Man Ray, entre la libertad y el placer

“… y ahí estaba yo, en medio de una sala, no muy grande, no muy pequeña, del museo de arte del Banco de la Republica, en Bogotá. Pero para ser sincero, en ese momento, la ciudad e incluso, el país era lo que menos me importaba.

Un cruce de energías surrealistas invadían mis ojos, sus frases cautivaban mis pensamientos y sus hechos marcaban mi memoria, era tan simple como decir que desde Estados unidos, la genialidad de Man Ray se volvía una esencia tan universal para mí como una cumbia bien escuchada o un jugo de naranja en la mañana.

No había mucha gente en el lugar. Algunos celadores, algunos extranjeros, algunos guías y algunos amantes que como yo trataban de descifrar alguna sensación entre la multitud de manos realzadas, mujeres desnudas y juegos de ajedrez sin lógica aparente. Al llegar por fin a la mitad de mi recorrido, sentía que ya el día no podía ser mejor, y esperaba que al salir de allí encontrara labios carmesí flotando sobre las nubes y objetos indestructibles en la mitad de las autopistas.


No tenia afanes citadinos, porque con tanta prisa quede atrapado en las construcciones fotográficas que Man Ray hacia para aficionados como yo con el objetivo de despertar la pasión suficiente como para continuar, esperando todo y nada a la vez, con la mente revuelta y con el cuerpo al mejor estilo de Mr. And Mrs. Woodman. Ahora era libre.

En la última fase de mi travesía un poco Dadá, un poco Nada. Conocí un desnudo, no un desnudo típico, no un desnudo playboy, era un desnudo placentero, pero no malinterpreten mis palabras, porque no hay culpa de pecado cuando un artista siente placer por una fotografía bien hecha. Por una mujer bien hecha o por lo menos eso era lo que Man Ray decía.

Museo del Banco de la República

Kiki de Montparnasse me despedía. Me susurraba al oído, y yo la miraba queriendo tocar su piel. Queriendo estar con ella, pero sin más remedio, me fui deseándola. Ahora era Placentero.

Finalmente, salí de esa sala no muy grande, no muy pequeña, queriendo volver y entendiendo lo grande que fue Man Ray, su vida y su arte y soñando que algún día, por más remoto que sea, me vea yo envuelto en esa disyuntiva entre LA LIBERTAD Y EL PLACER.

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