
Remedios Varo nació en 1908 en Anglés, Gerona, estudió en Madrid, se estableció en Barcelona con su primer esposo y en 1937 huyó con Benjamin Péret a París, donde se integró al grupo de André Bretón. Ha sido un tanto olvidada y poco considerada dentro del movimiento surrealista, en parte porque decidió no viajar a Nueva York con el colectivo, prefirió quedarse en México, considerado “el país surrealista por excelencia” en palabras de Bretón.
Hace 6 años le dediqué mi asignatura de imagen en la universidad al análisis de su obra, el Diccionario de Símbolos de Juan Eduardo Cirlot, la psicología de Lacan y la de Jung me explicaron la base de su iconografía. Lo más importante era la representación de un “doble” (las sombras, los espejos, la simetría), al que en alguna carta a su hermano Rodrigo hizo referencia. Una parte de sus pinturas son autoretratos o escenas autobiográficas entremezcladas con la fantasía de lo que podría ser o con elementos mágicos, encontraba la manera de hacer fantástica una realidad que le atormentaba por diversas razones; este punto junto con su separación física del movimiento surrealista es lo que hace que no se le considere del todo parte de dicha corriente.
Bretón la llamaba “La Hechicera”, su obra estaba influenciada por la simbología de la Alquimia, la magia precolombina y elementos de la psicología de Lacan y Freud. En muchas pinturas adoptó la estética arquitectónica del Medioevo para las edificaciones que pintaba, eran espesas, oscuras, con arcos de medio punto u ojivales para los pasillos, puertas y ventanas. Por otra parte las leyes de la física aprendidas de su padre que era ingeniero hidráulico y la fascinación por la geometría derivada de sus clases de dibujo se encuentran en las formas de sus cuadros.
Era maravillosa, además de pintar escribía. El libro “Cartas, sueños y otros textos” incluye recetas que seguramente nadie quería probar, cadáveres exquisitos, cartas a parientes o a gente desconocida y una obra de teatro absurda que junto a Leonora Carrington alguna vez representó en las tertulias a las que estaban invitados Octavio Paz, Diego Rivera o Frida Kahlo entre otros artistas de la época.
Esto me recuerda el fenomenal cuento del gran Julio Cortázar llamado "Las frases de Severo", dedicado a Remedios.
ResponderEliminarGrandes los dos.